“¡Darwin!”
Bajamos hacia el centro de Puerto Varas cargados con las mochilas después de abandonar la que ha sido nuestra casa durante los últimos 6 días, el Hostal Compass del Sur. Delante nuestro tres chicas ríen y gritan el nombre del célebre naturalista.
“¡Darwin!”
Sílvia y yo debemos estar pensando lo mismo: “¡Hay que ser friki!”, pero en seguida nos damos cuenta de un detalle importante. La chicas señalan hacia nosotros, más concretamente hacia Jana. La miramos y reconocemos esa sonrisa tímida mezcla de “hablan de mí” y “tierra trágame”.
Estos días hemos descubierto que existe la versión en vídeo de nuestro cuento favorito de este viaje: “Darwin, un viaje al fin del mundo“. El cuento se lo saben de memoria, pero cada noche que lo leemos piden que se lo expliquemos todo, quieren entender todas las palabras, todas las ideas, todo lo que pasó. Esta misma mañana habían estado las dos en uno de los ordenadores del comedor del hostal viendo el vídeo mientras nosotros acabábamos de hacer las maletas. En la mesa de al lado tres chicas chilenas acababan de desayunar.
Los últimos días Jana ha estado mucho más social. Se ha sacudido de encima parte de su timidez, quizá movida por la absoluta desfachatez que a menudo exhibe su hermana pequeña. Ahora, cuando nos encontramos a alguien o llegamos a algún sitio nuevo es la primera en acercarse y decir “Hola, me llamo Jana, tengo 5 años y soy de Barcelona” con un gracioso acento que ha ido construyendo en estos dos meses.
Las tres chicas chilenas del desayuno solo han sido una de sus últimas víctimas. Le encanta explicar historias y aún más hacer teorías (eso lo ha cogido de su padre, ejem). La chicas quedaron alucinadas de todo lo que Jana les expicaba sobre Darwin, FitzRoy, el Beagle, Chiloé, el Osorno y los terremotos.
Puerto Varas ha supuesto un cambio radical respecto las dos semanas de calma en Chiloé. A pesar de no ser más que una pequeña ciudad las aglomeraciones de coches y gente nos han hecho sentir físicamente que habíamos dejado atrás el sur de Chile. Aunque en el fondo Puerto Varas es una ciudad con un cierto encanto que seguramente debe ser mucho más visible fuera de los meses de verano.
También en el tipo de alojamiento notamos la diferencia. No es lo mismo estar en una casa como la de Lucia y Luís que en un hostal plagado de turistas. Aún así hemos estado muy a gusto y Jana y Bruna también. Incluso cuando un error en la reserva nos obligó a dormir una noche en tienda de campaña. ¡Toda una aventura! ¡Al día siguiente las niñas no querían mudarse a una habitación!
Toda la zona alrededor del lago Llanquihue fue colonizada por el gobierno de Manuel Bulnes (el mismo que el de la expedición Ancud y el Fuerte Bulnes) a mediados del siglo XIX con colonos alemanes y austrohúngaros a costa de los habitantes Huilliches, una rama de los Mapuches. Hay sutiles pinceladas germanas en forma de cervecerías y tabernas, en la arquitectura y en numerosos apellidos. En Frutillar, al norte de Puerto Varas, está el Museo Colonial Alemán. Una finca restaurada con varios edificios guarnecidos como si en cualquier momento fueran a volver sus habitantes originales de hace 100 años.
Pero si hay algo que marca el entorno del lago, y no es nada sutil, es la imponente figura del volcán Osorno. Desde Puerto Varas o Frutillar la visión del casi perfecto cono nevado del volcán domina el paisaje, reflejado en las calmadas aguas del Llanquihue. Más al oeste, a los pies de la montaña, paseando descalzo sobre la arena negra y roja de la playa de Petrohué, en el lago de Todos los Santos, levantas los ojos y se te eriza el vello de la nuca, casi esperando sentir el rugido del volcán que lleva callado 125 años.
"A los pies del volcán" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Preciosas foto. Preciosa crónica. Don Xose, ¡¡vaya patillas que se marca usted!! Hay que ver qué bien lo estais pasando. Un abrazo
Jajaja! Gracias Don Martín!
Me llaman Lobezno o Wolverine pero yo me identifico más con el Algarrobo de Curro Jiménez.
Nois, les vostres cròniques i fotografies traspuen més felicitat cada dia que passa. Pel que veiem i llegim no es cansa ningú i les noietes menys que menys. Ho he entès malament o ara pujeu directament cap a Valparaiso? Petons a la Jana i la Bruna i una forta abraçada per tots.
Gràcies Joan. Doncs no vas gens desencaminat però com que anem amb retard amb el blog ja estem més avançats… hauràs d’esperar-te però…
Quina meravella, Silvia!
Gaudiu a tope! Les nenes recordaran aquest viatge tota la vida! I vosaltres!!
Petonarros!
Definitivament aquest viatge es el millor regal que podieu fer a les nenes – i a vosaltres mateixos Ai ai ai , no se si voldreu tornar… torneu eh!!?? Aixo si, tornareu canviats tots plegats… es un d’aquells viatges que et canvien per dins, no?
petonets i abracades!!!
Banyar-se amb vistes a un volcà deu imposar, no? Quina enveja de fotos. Aquí fot un fred que pela i enyorem ja la caloreta.
L’Osorno és realment impressionant. Des de Frutillar o Puerto Varas a més està cap a llevant o sigui que el Sol i la Lluna surten per darrera del volcà. Les casones dels terratinents alemanys de la zona tenen vistes al volcà i ho entenc perfectament. Jo m’hi podria estar hores mirant-lo.
Impressionant viatge, crònica, experiència,…. comuniqueu una energia increïble!!! Continueu gaudint d’aquests moments irrepetibles!