Continuamos instalados en Puyo, la puerta a la selva amazónica y las opciones de excursiones son múltiples. Sin mucha reflexión previa optamos por una incursión a la cascada Hola Vida. Debemos aproximarnos en taxi puesto que el único bus de la mañana pasa a las 6 a.m. Sin duda la vida aquí transcurre de sol a sol, todo el mundo se activa muy muy temprano y a partir de las 19h las calles oscuras se vuelven desérticas. El trayecto en coche se hace eterno. El conductor no encuetra el desvío donde empieza el camino a la cascada y Jana se desespera, con cada nueva curva, nuevo mareo. Cae un diluvio espectacular pero el taxista nos anima a seguir adelante: “aquí el tiempo es así, seguro que se arregla”.
Cuando por fin bajamos del auto, el sol brilla imponente y en el cielo azul no hay rastro alguno de la tormenta. El canto de las cigarras confirma el pronóstico de calor y buen tiempo.
Tomamos una pequeña senda que se adentra en la selva y nos enamoramos del paisaje al instante.
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