Los días en Puerto Baquerizo Moreno pasaron poco a poco hasta que se acabaron. También nuestro paso se ha ralentizado. El Sol, la playa, las largas siestas. Una pereza que huele a retorno. Hemos ocupado los días escribiendo, dibujando, leyendo, jugando, cocinando. Por las tardes íbamos a buscar unos conos rellenos de crema, unos panes de piña o de canela a la pastelería “La Cuencana”. Al atardecer pasear por el malecón, ver la puesta de Sol, ir al parque infantil o ver los ensayos de baile de un grupo de chicos y chicas. Después unos camarones al ajillo y guaju a la plancha con papas y patacones en la cevichería “El descanso del marinero”.
Si de algo no falta en Puerto Baquerizo Moreno son lobos marinos. Los hay a centenares, durmiendo por todos lados en el malecón, retozando en las charcas que se forman con la marea baja o jugando con las olas cerca de los surfistas, como diciéndoles “Mirad, así es como se hace”. El espectáculo del anochecer en la Playa de los Marinos es digno de ver, y sobretodo de escuchar. Merece ser la banda sonora de esta entrada.
Después de los primeros días y de visitar la playa de Punta Carola, bañarnos en la Playa Mann y hacer snorkel en La Lobería el mar se puso tozudo. Nos enteramos por el guía a quien pretendíamos alquilar un par de gafas con tubo. No era buena idea ir al mar. Había aguaje. “La Marea del Siglo”, lo llaman por aquí. Unas mareas especialmente altas debido a la alineación de la Tierra con el Sol y la Luna que pasa, a pesar del nombre, cada 18 años. Por la tarde nos acercamos al malecón para descubrir una zona de guerra. Ladrillos, maderas, plantas, vallas,… el mar lo había arrancado todo. Los lobos marinos dormían en grupos lejos de las rocas y la avenida Charles Darwin estaba cerrada al tráfico y llena de escombros y tierra.
Al día siguiente el fenómeno se volvió a repetir. En las noticias hablaban de unas mareas inusitadamente altas, con oleaje. Toda la costa de Ecuador había resultado dañada. La autoridad marítima había cerrado la comunicación por mar con Santa Cruz en previsión de que las siguientes mareas altas fueran igual de bravas. Los pescadores mirándose el mar desde el embarcadero y los surfistas, a pesar de la prohibición, con sus tablas bajo el brazo en busca de las mejores olas.
Nosotros seguimos a lo nuestro. Una visita al Centro de Interpretación para reencontrarnos con Darwin y conocer la triste historia de la colonización de las Galápagos. Una historia plagada de prohombres que han dado nombre a las principales poblaciones de las islas y que no hacen sinó evidenciar lo poco que comprendemos nuestra propia naturaleza.
Los días en Puerto Baquerizo Moreno pasaron poco a poco hasta que se acabaron. La espuma tras la lancha que nos devolvía a Puerto Ayora parecía una metáfora de lo que queda atrás. Después un avión nos arrancaría de las Galápagos.
"San Cristóbal y el descanso del marinero" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Quines postes de sol! Sembla com si el mar estigués enfadat perquè marxeu. Segur que os troben a faltar per aquelles terres.