Hay gente que desde joven sabe lo que quiere hacer con su vida. Hay alguna de esa gente que lo que quiere hacer con su vida es ayudar a los otros. Y por último hay unos pocos que tienen la oportunidad y determinación suficiente para conseguirlo. En nuestra sociedad occidental a estas personas se las etiqueta de soñadores o incluso locos. Bueno, bienvenidos a la locura.
Entramos por primera vez en la escuela Aldea Yanapay un viernes. Dia del show. Una radiante Chrysoula nos recibió con los brazos abiertos de par en par. Yuri también se encontraba allí, dispuesto a acoger con tiernas palabras, abrazos y besos al degoteo de niños y niñas que, con cualquier excusa improvisada, se acercaban en busca de un poco de su atención y, ya de paso, perder unos minutos de “clase”. Entre medio, nos explicaba que en Aldea Yanapay se practica el amor responsable, la espiritualidad articulada mediante mantras, meditaciones y rituales ancentrales que facilitan la conexión con uno mismo y el respeto hacia la pachamama. Que se promueve intencionadamente revalorizar la cultura quechua (no en vano las familias en que se agrupan los niños se llaman wawacha, kalpa, waira, sonco, pachamama, chaska, quilla y inti), lengua que desde los sectores más conservadores de la sociedad peruana se asocia con la pobreza, la incultura, el cholismo.
Nos advertía, sin nada de dramatismo, que la mayoría de los niños que íbamos a conocer durante los próximos días viven realidades muy duras, muchas de ellas derivadas de un machismo estructural que a menudo deriva en alcoholismo, violencia, explotación infantil y pobreza. Y que ya son 11 años los que lleva trabajando con ellos.
Se trata de un proyecto absolutamente personal que surge del alma de un niño que convivió durante largo tiempo con un sentimiento profundo de incomprensión por parte del mundo adulto. Un mundo totalmente distante e insensible a las necesidades de la infancia. Carente de la dulzura, la vitalidad, la energia, la inocencia, la empatía, las risas y los abrazos de los pequeños. Un mundo capaz de ir tomando sus sueños, sus ilusiones, su alegría de vivir… y frustrándolos cruelmente… hasta hacer desaparecer el brillo de algunos ojos. Ese niño de una sensibilidad extrema y una envidiable fortaleza tomó una determinación que iba a cumplir sobremanera: no permitir que otros niños sufrieran de aquella forma.
Yuri, ha creado en estos años un mundo de fantasía, lleno de colores, arte, juegos, matemáticas, tutoria, lectoescritura, afecto, ternura, creatividad… que supone para los más de 100 niños acogidos una oportunidad para ser tratados como tales. La responsabilidad de los adultos aquí es acompañar a cada uno de ellos en su propio proceso madurativo. Acoger sus temores y sus ilusiones, sostenerlos con las manos firmes y abiertas, y construir a partir de aquí un ser pleno y feliz. Empoderar a las mujeres. Formar hombres senzillos y sensibles.
Aunque en Aldea Yanapay no todo son derechos para los niños, también hay deberes, responsabilidades, compromisos. Y los educadores deben tener muy presente que la tristeza por las situaciones personales de los niños no puede hacerles perder de vista que son adultos con responsabilidad, ante todo, de educar a los pequeños.
El reto es grande, y más todavía si tenemos en cuenta que hace 8 años, después de rodar su idea en solitario, sabiendo que funcionaba y con la determinación de que el proyecto tirara adelante, Yuri decidió hacerlo crecer mediante el volutariazgo. Esta es una modalidad de crecimiento interesante que no habíamos visto en ninguno de los proyectos que hemos visitado, al menos en tal magnitud. En un principio se nos antojaba como solución temporal, poco estable para ser uno de los pilares del proyecto, pero ocho años después los datos (2000 voluntarios), y sobre todo, la experiencia (2000 niños atendidos) parecen refutar en gran medida este pensamiento.
El voluntariado aquí no es fácil. No basta con venir a hacer lo que se pueda. El compromiso es fuerte y hace falta estar dispuesto a trabajar más allá de las horas de atención a los niños preparando sesiones, talleres, canciones o revisando como han ido las dinámicas del día. Es una invitación a poner a prueba los propios límites, en terminos de paciencia, tolerancia, responsabilidad, amor…Todo aquel que viene a Aldea Yanapay tiene que venir dispuesto a ayudar y a dejarse ayudar. Y es que, ‘yanapay’ significa ‘ayuda’ en quechua. Ayuda como verbo que implica reciprocidad. Ayuda en ambos sentidos. Nadie que participe plenamente del proyecto saldrá igual que llegó. Es imposible ayudar sin ser ayudado. Los pequeños de la Aldea, sin duda, nos harán crecer.
El volun-turismo no tiene cabida aquí. Yuri es un activo luchador contra la mercantilización de la pobreza a nivel internacional. Tampoco se hace asistencialismo en Aldea Yanapay. El compromiso del proyecto es acompañar a los chicos y chicas y a sus familias, más allá de los años en que asistan a la escuela o al centro cultural.
El proyecto social es un espacio gratuito para los niños y se autofinancia mediante un hospedaje (Villa Mágica) y un restaurante (Aldea Yanapay) en Cusco, que también forman parte del mismo proyecto. En ellos se practica la “economía solidaria”, como a Yuri le gusta decir, aunque cada vez cuesta más obtener los ingresos necesarios para cubrir gastos. El precio de los alquileres en Cusco es una locura que la presión turística no hace más que continuar inflando.
Nosotros en Villa Mágica nos hemos sentido felices. Besos, abrazos, risas, guerras de agua, conversaciones, decanso, tequeños, puntos de encuentro, complicidades, conciencia…
Villa Mágica cuenta entre sus empleados remunerados con madres de los niños de la escuela y antiguos usuarios de las mismas. El hospedaje es un ir y venir de voluntarios (huéspedes principales) que tras la jornada en la escuela se reunen para preparar las sesiones del día siguiente. Además, el lunes se reune la comisión de marketing y finanzas. Las noches de miércoles Yuri dinamiza un círculo de meditación para aquellos que deseen (y del que Jana y Bruna se han hecho asiduas: un día con rueda de masajes, otro día con fuego y percusiones). Los viernes se realiza la reunión con todos los voluntarios que participarán la siguiente semana, se hace retrospectiva, se reflexiona y se introduce a las nuevas incorporaciones. Las conversaciones fluyen todo el día.
Las dinámicas en la escuela son semanales. Cada semana se trabaja sobre un eje temático (salud, derechos de la infancia, anatomía, activismo social…) y cada familia prepará una representación con todo lo aprendido para compartir con todos en el gran show de los viernes.
En la actualidad, y durante los últimos meses, Chrysoula se ha encargado de manera brillante de la coordinación de los voluntarios y de la escuela. Yuri, ha podido delegar en ella estas tareas y centrarse en dar forma a una nueva dimensión de proyecto: la EcoAldea Yanapay. Ubicada en plena naturaleza, en el pueblo de Lamay, en el Valle Sagrado, es la sede de una nueva Escuela Yanapay, un centro Holístico de formación y talleres, un Hospedaje para huéspedes, la Escuela de Soñadores, el centro de Voluntariado y, para 2017, el Orfanato Yanapay.
Sin duda, Aldea Yanapay es un proyecto Mágico, que permite volar a todo aquel que lo vive plenamente. Pero no es un volar loco ni errático, es un volar con los pies en el suelo, enrraizado en la dura realidad de sus protagonistas.
Feredico, uno de los voluntarios que llegó casi por casualidad al mismo tiempo que nosotros, y que finalmente se quedará por una temporada larga como coordinador, lo explica muy bien: “Aldea Yanapay es una oportunidad para crecer, un desafío, una oportunidad de desaprender. De volverse a emocionar. Es un gran espacio para crecer, amar, reirse, jugar. Es casi una terapia de humanidad. Es la experiencia de vivir otras cosas que en la cotidianidad no encuentran su espacio. Una forma de sociabilizar. Una gran familia. Un loquero de gente tierna. Un viaje al interior. Yanapay es un mambo, un verdadero mambo. Un estado fino de belleza, un dejarse ser. En definitiva, un lugar de consciencia, consciencia humana.”

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“UN REGALO PARA TODOS ”
Querida familia . sus palabras tocan mi corazón . El tenerlos dia a dia y poder conectar es una bendición
muchas gracias
hayayaaaaaaaaaaaa
papa yuri yanapay
Querida familia, vosotros me han enseñado que la familia es la responsable alegría de vivir CONCIENZUDAMENTE en armonía, Que bueno que no hayamos cruzado en este vida, gracias Bruna y Jana por alegrar mis mañanas y de enloquecer como una caaaaaaabraaaaaaa! Los amamos y SI si SI…… SI si SI…… SI si SI……
Que visado necesito? Soy de España y quiero voluntariarme con Aldea Yanapay, pero no sé que visado necesito (he buscado por internet pero no he encontrado nada útil). Muchas gracias!