En este viaje hemos tenido la oportunidad de maravillarnos con la visión de animales asombrosos en el sur de Chile (pingüinos, lobos marinos, pájaros carpinteros, delfines, ballenas,…), en Puyo (morphos, orugas, hormigas corta-hojas, cóndores, pumas,… ) o ahora en las Galápagos (más lobos y pingüinos, tortugas, iguanas, cangrejos, rayas, caballitos de mar…). Hemos disfrutado de los árboles y plantas torturados por el viento en la Patagonia, del verde intenso de la vegetación de la sierra andina y de la frondosa selva ecuatoriana.
Y también hemos tenido la oportunidad de admirar la belleza del lado aparentemente inerte del planeta. Las enormes lenguas de hielo azul de los glaciares, los canales chilenos, el infinito océano Pacífico, las escarpadas laderas en Ollantaytambo y por supuesto, los volcanes. El Osorno, el ahora famoso Calbuco, el Tungurahua y los esquivos Cotopaxi y Chimborazo y por fin el Sierra Negra.
Las Galápagos es una de las zonas más activamente volcánicas del planeta y en Isabela, la isla de las donde estamos, hay 5 volcanes considerados activos. De hecho la isla es en realidad la fusión de los 5 islotes creados por cada uno de esos volcanes a lo largo de los últimos 500.000 años. Debajo nuestro hay un “punto caliente”, y el movimiento de las placas de Nazca, Cocos y la placa del Pacífico hacia el este ha ido creando las diferentes islas que conforman el archipiélago.
Los locales hablan del Sierra Negra como un volcán manso. Durante la anterior erupción en 2005 se podía llegar caminando hasta el borde del cráter para ver la erupción, además los vientos de sur predominantes en las islas se llevaban las nubes de ceniza lejos de la población. “Antes de 2005 nadie venía a Isabela. Desde entonces nos convertimos en una atracción turística. Ojalá vuelva a explotar pronto”, nos dice Julio, guía oficial del parque y propietario del Hostal Sula Sula, donde nos alojamos.
Y quizá no tenga que esperar mucho. Dos días después de que llegáramos a Isabela, el 20 de Abril, el Instituto Geológico de Ecuador hizo público un informe donde se alertaba sobre el aumento de actividad en la zona, con más de 80 microtemblores solo el día 12. Las imágenes de interferometría indican alzamientos de la superficie alrededor del cono del volcán y los técnicos del parque han detectado un mayor número de fumarolas y también más olor a azufre del normal. Vaya, que si nos atenemos al tiempo pasado desde que estuvimos junto al Calbuco, el Sierra Negra erupcionará el 10 de agosto. Aproximadamente.
Bromas a parte, la excursión al Sierra Negra vale la pena. La mayoría de la gente va en grupos organizados que suben al borde de la caldera y después bajan al Volcán Chico, formado por una chimenea secundaria en la ladera noreste del Sierra Negra. Nuestra intención era llegar a lo alto del Sierra Negra y pasear por el borde.
Vamos en compañía de Elena, la esposa de Julio, y de Mía, su hija menor, que ha hecho muy buenas migas con Jana y Bruna. Salimos pronto, a las 7:30 de la mañana. La aproximación es en vehículo hasta el control que hay en el lugar que llaman “El cura”. Son 40 minutos en los que vas viendo la transición desde la zona árida junto al mar a la húmeda vegetación antes de llegar al cráter, pasando por los cultivos de la ladera del volcán: plátano, piña, café, incluso cacao. En el trayecto tenemos la tremenda suerte de ver un pajaro brujo que se deja fotografiar junto al camino.
Desde “El cura” el paseo hasta el borde de la caldera es muy agradable. Nos esperábamos un sendero complicado, empinado y árido, pero ni siquiera el Sol sale con suficiente fuerza como para hacerlo pesado. El camino, muy bien delimitado, sube por la suave pendiente del volcán durante quizá una hora, sin requerir demasiado esfuerzo, ni siquiera cargando a Bruna en la mochila. Cuando llegas arriba aún hay que caminar unos cientos de metros hasta el primer mirador pero todos nos precipitamos entre los arbustos para tener un primer contacto visual con la caldera.
La caldera del Sierra Negra es la segunda más grande del mundo. Pero saberlo no basta para estar preparado para el espectáculo que supone tenerla en frente. Un enorme cráter de 10 kilómetros de diámetro se abre ante nuestros ojos. Las nubes apenas cubren el borde opuesto de la caldera. La mitad mas alejada está cubierta de verde, aunque desde la distancia es difícil precisar si es solo pasto o hay algún arbusto o árbol pequeño. La parte este, bajo nuestros pies, está cubierta en cambio de roca negra y múltiples grietas en el terreno. No cuesta seguir el flujo hasta el punto al noreste de la caldera donde el volcán erupcionó hace 10 años. Aún así está tan lejos, quizá a 3 o 4 kilómetros, que se entiende perfectamente que se pudiera subir hasta allí a ver el espectáculo de la erupción en directo.
Seguimos caminando por el borde y comiendo alguna que otra guayaba que nos encontramos en el camino hasta el lugar donde arranca el sendero hacia el volcán Chico. En ese lugar hay una caseta donde dejar los animales los que hacen la excursión a caballo, ya que éstos no pueden caminar por encima de la lava que cubre el paisaje alrededor del Chico.
Una pequeña pausa antes de emprender el regreso. Una pausa con sorpresa. Justo al lado, bajo la sombra de dos árboles de guayaba y medio escondida entre la vegetación hay una galápago de mediano tamaño. Nos acercamos respetuosos para verla mejor. Con ayuda de Elena deducimos que debe tener entre 30 y 40 años. Vaya, en la flor de la juventud.
Mientras nos vigilabamos mutuamente, la tortuga va dando bocados a unas guayabas que hay tiradas por el suelo. Estos animales están tan adaptados a su entorno que pueden comer el 75% de la vegetación. Incluso el manzanillo, cuya resina es urticante y el fruto venenoso para nosotros, forma parte de su dieta habitual. Son realmente unos supervivientes.
En la vuelta aún podemos observar algunas aves más como pinzones y cucuves o sinsajos mientras Jana, Bruna y Mía se dedican a buscar insectos y gusanos con ayuda de unas ramitas.
Por la tarde, después de almorzar y descansar un poco, nada mejor que un largo paseo por la playa. ¿Cuántas veces puedes subir a un volcán y bañarte en aguas turquesas el mismo día?
"La boca del volcán" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.