- “¡Taxi!”
Jana no puede evitar la cara de sorpresa cuando oye al hombre junto a nosotros en el embarcadero de Puerto Ayora llamar a una de las barcas amarillas que esperan todas juntas a escasos metros del muelle.
El bote se acerca y saltamos dentro mientras el “taxista” engancha la proa al embarcadero a fuerza de motor. El trayecto hasta el Hotel Angermeyer son apenas 2 minutos y cuesta 60 centavos. Desde allí son 5 minutos caminando hasta la playa de los Alemanes.
La Playa de los Alemanes es una pequeña cala de aguas tranquilas rodeada de mangles. En el centro de la bahía un promotorio rocoso se deja ver con la marea baja y la orilla está llena de trocitos de coral y frutos de mangle. Nos detenemos unos minutos a contemplar la playa. No hay nadie. Con nosotros han llegado en el bote dos chicas pero no han parado en la playa. Nos distraemos contemplando un cangrejo ermitaño junto al muro de una finca cercana. Es pronto aún y decidimos hacer como ellas y seguir hasta las Grietas.
El camino no es complicado, lo han adecuado en los últimos años con pasarelas por encima de las zonas inundadas por la marea. Pero hay muchas piedras y a Jana tropieza y se lleva unos rasguños de regalo. Son apenas 20 minutos caminando para llegar a una grieta en el terreno, muy parecida a la que hay a la entrada del camino hacia Tortuga Bay, pero aquí la grieta está llena de agua formando diferentes bañeras naturales. El agua es menos salada que en el mar por efecto del filtrado de las rocas y aunque la superficie es oscura y metálica, por debajo es clara y transparente.
Sílvia y yo nos turnamos con Bruna chapoteando feliz en una roca. Jana prefiere no meterse y nos espera en la pasarela de madera haciendo fotos con su cámara sumergible. Nos quedamos media hora y cuando nos vamos ya han llegado varios grupos de turistas, los guías están atareados dando explicaciones y un hombre va preguntando a todos si desean alquilar unos snorkels o un chaleco.
Volvemos a la playa de los Alemanes. Sigue casi desierta. Dejamos las cosas bajo un mangle rojo y corremos ahora sí los cuatro al agua. 20 metros y el agua no cubre más allá de la cintura. Las aguas son cristalinas y los peces pasan por entre nuestras piernas. Junto a un mangle un banco de varios centenares de peces plateados se mueve al son del ligero oleaje, apenas molestos por nuestra presencia y poco después una pequeña raya pasa por delante nuestro.
Los días en Puerto Ayora son relajados. Volvemos a la playa de los Alemanes un par de veces más. Jana continúa practicando nadar con Sílvia mientras Bruna y yo jugamos allí donde las olas lamen la arena. Me obligo a respirar hondo mientras observo divertido como Bruna intenta llenar un agujero con agua que trae con sus manitas, con tanto esfuerzo como poco éxito.
"Un taxi sobre olas" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Ai, quina vida!
Les fotos sota l’aigua són una canya! Ja us heu fet algun selfie subaquàtic?
Petonets