El ferry Edén cruje bajo el suave oleaje del Golfo de Penas como lo debieron hacer los viejos barcos de madera que descubrían aquí la salida al Pacífico. Me pregunto si no está hecho adrede con el fin de que los pasajeros nos sintamos aún más immersos en la aventura que es este viaje. De todas formas podemos dar gracias, el mar está en calma como pocas veces, como en aquellos 63 días de calma que le valieron el bautizo como Océano Pacífico por parte de Magallanes. “Es la única vez en la historia que eso debió acontecer… este mar es todo menos pacífico!”, explica enérgicamente Percy, el relaciones públicas y naturalista del ferry.
El Golfo de Penas es famoso por su geología y su meteorología. Bajo el agua se encuentra la confluencia de tres límites tectónicos. Las placas de Nazca y la Antártica colisionan con la Sudaméricana, generando una zona de subducción que en su día dió lugar a la cordillera de los Andes y que aún hoy en día es responsable de que ésta crezca alrededor de 1 milímetro al año. Sobre el agua intensos vientos y temporales provenientes del oeste azotan el golfo y sus costas.
“En el viaje de venida nos encontramos un temporal con olas de 5 y 6 metros. El barco se movía así”, sigue Percy, haciendo gestos con las manos más propios de una avioneta de acrobacias que de un ferry de carga. De momento las pastillas antimareo no parecen necesarias.
A Percy se le ve por todas partes respondiendo preguntas de los pasajeros, a menudo acompañado de una Canon EOS600 con un importante teleobjetivo. Su debilidad son las aves y aprovecha estos trayectos para fotografiar petreles, gaviotines y diferentes tipos de albatros, además de lobos, delfines, orcas y ballenas. Además durante el viaje realiza varias charlas sobre flora, fauna y turismo de las zonas que pasamos que Jana y Bruna se empeñan en boicotear infructuosamente.
Subimos al puente a sentirnos un poco capitanes. Las niñas comienzan a desplegar su repertorio ante el timonel y su esposa, que lo acompaña en este viaje. Yo me intereso por la cartografia que usan (deformación profesional) y por la instrumentación: radar, sonar, telemetría,… Sílvia pregunta a quién hay que llamar para que ponga una ballena delante nuestro. “Hemos intentado hablar con Poseidón pero no nos responde el teléfono”, nos contestan.
Pero al final aquí en el sur parece que todo es cuestión de tener un poco de paciencia. Al Edén hemos llegado desde El Calafate pasando una noche en Puerto Natales y reencontrándonos con un Chile que se nos hace conocido: calles anchas y bien cuidadas, casas precarias de madera y chapa pintadas de colores y un viento permanente. Para continuar amenizando este “verano” austral el cruce de la frontera nos sorprendió con una ligera nevada en Río Turbio.
Embarcamos a las 9 de la noche y después de una charla de seguridad nos tumbamos a descansar en nuestras cabinas. El ruido de los trabajos de carga del ferry nos acompaña hasta bien entrada la noche pero las niñas están tan cansadas que ni se enteran.
El barco zarpa de madrugada y justo después de desayunar pasamos por la angostura White de apenas 80 metros de ancho. Un impresionante viento del noroeste nos acompaña durante todo el día y nos obligaba a sujetarnos de los pasamanos para no salir volado.
Jana está encantada de ver el ganado que transporta el ferry desde la cubierta de popa, pero lo cierto es que es un poco angustioso ver a decenas de vacas hacinadas durante 3 días en un camión y hacia el final del viaje pasear por la cubierta no es acosejable para olfatos sensibles.
Por la tarde, ya en el canal Collingwood los “altoparlantes” del barco nos avisan: “Ballenas a estribor, orcas a babor”. Sílvia sale “al tiro” hacia algún sitio mientras yo intento gestionar el tema zapatillas y chaquetas de las niñas. Para cuando salimos a cubierta las ballenas están muy lejos hacia popa… ¡No puede ser! La cara de Sílvia muestra una decepción contenida bajo una sonrisa que intenta calmar la frustación de las niñas.
De madrugada el ferry para en Puerto Eden y pasa junto al Capitán Leónidas, un barco varado en medio del canal. Nosotros dormimos, pero pronto tenemos distracción. Durante el desayuno y toda la mañana decenas de crías de lobos marinos (Otaria flavescens) en grupos de 3 o 4 se cruzan en nuestro camino. Después también aparecen los delfines antarticos (Lagenorhynchus australis), primero en el horizonte como cientos de puntos blancos y después nadando a un centenar de metros del barco con sus elegantes vestimentas blancas, negras y grises.
Finalmente a ultima hora de la mañana, navegando en el canal Messier casi en la abertura del Golfo de Penas, vemos varios chorros a lo lejos. ¡Ballenas! No somos los únicos que observamos con atención el horizonte desde la cubierta de proa. Los primeros chorros pasan muy lejos a estribor pero enseguida detectamos más. Dos, tres, cuatro… un primer grupo de 4 ballenas parece que pasarán no demasiado lejos a babor. Preparamos las cámaras y a pesar de que llevan velocidad de crucero y apenas emergen del agua para respirar podemos admirar sus lomos brillantes bajo el sol. ¡Qué emoción! Durante la siguiente hora nos cruzamos con más individuos. Percy nos indica que hemos visto dos tipos diferentes, un grupo de Minkes (Balaenoptera bonaerensis) y el resto Sei (Balaenoptera borealis), las primeras son de los rorcuales más pequeños (tan solo 11 metros los más grandes!) mientras que las últimas son de las terceras más grandes que existen, puediendo llegar a los 20 metros.
Con los deberes hechos dedicamos el último día a saber un poco más sobre la Región de los Lagos y Chiloé y a disfrutar en cubierta de un espléndido día de verano. Todos los pasajeros han recuperado las camisetas cortas, gorras y gafas de sol y admiran las cumbres nevadas de los volcanes Corcovado, Michinmahuida, Calbuco y Osorno mientras navegamos por el Golfo Corcovado dirección a Puerto Montt.
Llegamos a Puerto Montt a las 11 de la noche y, con las niñas ya dormidas, observamos con curiosidad la complicada maniobra de amarre, haciendo pivotar el barco sobre las anclas de proa, un verdadero trompo naval. También podemos asistir por primera vez a una espectacular noche estrellada y ver (por fin!) la Cruz del Sur.
El desembarco es a las 8 de la mañana y nosotros vamos directamente a la terminal municipal a buscar un autobús hacia Chonchi, en Chiloé. Atrás queda la Patagonia y Tierra del Fuego. Arranca una nueva etapa en nuestro viaje.
"La ruta del Edén" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Bona nit familia!!! Continueu emocionant amb els relats d’aquesta terra apasionant, balenes,dofins,cormorants….. afeu a la terra d’humus….chiloé tb atrapa…. a gaudir de la tranquilitat de les postes de puerto mont!!! Petonets
Gràcies Eva! Aquí estem, instal·lats a una granja a Chonchi (Chiloé)… a veure què ens depara aquesta espectacular illa. Us mantindrem informats
Que guai que hàgiu pogut veure tants animals! Deu ser molt emocionant veure’ls en el seu hàbitat natural. I quina posta de sol! Sort que no porteu una càmera analògica, perquè no sé quants rodets hauríeu gastat
Només diré una cosa: quina enveja em feeeeuuuu!! Petons des de Sants
Jiji jiji! Petons rebuts, gràcies!
:*
Benvolguts, seguim atentament el vostre viatge.Quin munt de riquesa esteu recollint!, al final el que realment importa és el que tenim dins nostre. Jo em considero molt afortunada perquè les circumstàncies m’han permès ser rica en viatges i ara anem seguint el vostre amb carinyo, admiració i un puntet d’enveja. Qui sap, potser encara podrem fer una ruta semblant a la vostra.
Molts petons per les vostres precioses nenes.
Montse Estivill i Andreu
Hola Montse, moltes gràcies per les teves paraules. Ens fa realment molta il·lusió rebre comentaris i sentir que, en certa mesura, és un viatge que va més enllà de nosaltres quatre i compartim amb tots vosaltres. Una abraçada.