Colegio Pukllasunchis (Cusco, Perú)

Entramos en el Colegio Pukllasunchis y lo que primero nos llama la atención es el parque infantil de madera y paja. Una estructura preciosa, construida de manera artesana, que se antoja igual de divertida que de retadora para los niños.

Rápidamente, la zona de juegos de los más pequeños se llena de wawas que corren ligeras y felices, se deslizan por el rodadero y brincan de llanta en llanta. Nos quedamos embobados mirándolos. Bruna y Jana se integran en el ritmo de juego. Pukllasunchis significa “juguemos” en quechua.

Nos atiende Raúl Chiappe, director del colegio, y con él paseamos por sus espectaculares instalaciones. Entramos y salimos de los edificios casi sin darnos cuenta. Aulas octogonales con grandes ventanales, escaleras y pasillos abiertos a la luz el sol y al aire, terrazas y rincones que invitan a encuentros y largas conversaciones… Los espacios interiores y exteriores son armoniosos y muy -pero muy- agradables.

Raúl nos desvela el secreto: la escuela, tal y como la vemos, fue diseñada a partir de las propuestas de absolutamente toda la comunidad educativa para acoger el ritmo de vida propio de su planteamiento educativo. Después de años en varios locales, el reto que entre todos asumieron en 2001 vino de la mano de una pregunta hecha realidad: ¿Si pudiérais disponer del dinero suficiente para construir la escuela de vuestros sueños, cómo sería?

El dinero para la construcción llegó de donaciones de organizaciones y personas de Suiza, país de orígen de Cristina Appenzeller (fundadora y directora de la Asociación Pukllasunchis), tras un largo proceso de búsqueda de apoyo económico. Compraron 2 hectarias y media de terreno verde en T’ikapata (“andén de flores”, en quechua), en San Sebastían, al este del centro histórico de Cusco. Idearon un largo proceso participativo de recogida de propuestas, esbozos, debates, planos… y realizaron un concurso de proyectos arquitectónicos para la construcción del nuevo colegio, que debían recoger e integrar todas las ideas de la comunidad.

Moraycito: reconstrucción a menor escala de las terrazas de Moray. Se ocupan a menudo para asambleas (Rimanakuy).

Las dinámicas fluyen por los diferentes espacios toda la mañana. Sin timbres que anuncien los cambios. Chicos y adultos realizan tareas diversas, dentro y fuera las aulas. Los vemos mirando una película, en el taller de prensado, atendiendo una clase, tomando una colación a media mañana, jugando a voley, paseando por el bosque, cuidando los animales, evitando ser “comidos” por el maestro-atuk, entre libros en la biblioteca, charlando sobre plantas con el maestro campesino…

Al mismo tiempo, una mujer cuida en las terrazas las plantas aromáticas que en un tiempo formarán parte del taller de elaboración aceites, cremas y jabones. En la cafetería, un par de madres nos atienden orgullosas de sus tortas y helados sanos. Incluso se avienen a escribirnos la receta de la deliciosa torta de choclo con canela en rama y pasas. Todo, absolutamente todo lo que ocurre en la escuela, son acciones de relevancia educativa.

En clase con el maestro campesino.

Cuidando la vegetación.

Destilería de flores y plantas aromáticas.

Compartiendo receta de torta de choclo. Una delicia de cake y de cocineras.

La propuesta educativa a nivel pedagógico versa en torno a los cuatro ejes temáticos sobre los que se sostiene el trabajo diario: interculturalidad (con una fuerte presencia de quechua y cultura andina), medio ambiente (vivido desde las prácticas cotidianas en el propio entorno y recuperando los saberes ancestrales), género (visibilizando estereotipos y prejuicios para reflexionar y actuar sobre ellos) y valores y actitudes (solidaridad, autonomía, laboriosidad, organización, creatividad). 

A la hora de concretar todo ello en actividades académicas, comprobamos que la oferta de áreas curriculares responde totalmente al planteamiento que nos va exponiendo: Quechua, Filosofía, Cine, Metodología de estudio, Humanística, Orientación Vocacional, Orientación del Adolescente, Arte (Artes Plásticas, Creación Literaria, Música y Teatro), Huerto y Medicina Natural, Talleres de Ciencia, Talleres Productivos y Tutoría. 

Criadero de suche con el que se busca rescatar su población, en peligro de extinción en el río T’ikapata.

Producción de truchas con fines comerciales.

Pero más allá de la propuesta pedagógica -o justamente por todo el planteamiento pedagógico de base- nos llaman la atención otros muchos aspectos de la propuesta de Pukllasunchis.

La financión, por ejemplo, corre en un 90% a cargo de las matrículas de los alumnos. El 10% restante de lo aporta la Fundación Pukllasunchis con sede en Suiza. Las cuotas escolares están baremadas en base al sueldo de los padres, que aportaran en torno al 10% del mismo. Eso implica que en la actualidad hay 15 tramos diferentes para las cuotas mensuales y que la inscripción de cada nueva familia va acompañada de una entrevista y cierto grado de conocimiento previo sobre la realidad socioeconomicocultural de cada niño. También de los valores concentrados en los hogares y del acompañamiento a cada proceso de vida individual.

Las familias tienen un enorme protagonismo en este sentido y es por ello que desde de la escuela se vehiculan diferentes plataformas de participación y comunicación familia-escuela permanentes (reuniones periódicas, entrevistas individuales, asambleas, talleres, jornadas lúdicas y participativas, etc).

Paseando por las instalaciones, observamos también que la diversidad en la escuela no únicamente tiene que ver con la comunidad de origen, los contextos culturales, el país de procedencia de los padres o la situación socioeconómica, sinó también con las condiciones individuales de los chicos y chicas. De los 760 alumnos entre 4 y 17 años, entre 50 y 60 tienen habilidades diferentes (Síndrome de Down, Autismo, problemas físicos y mentales, etc). Raúl nos explica que algunos de los alumnos requieren un acompañamiento continuado durante toda la jornada escolar y que ello no supone ningún coste extra para las familias.

Cuando hablamos sobre los docentes, nos sorprende (aunque cada vez menos) que la titulación de magisterio no es requisito necesario ni imprescindible para entrar a trabajar aquí. La selección se realiza en base a una o varias entrevistas y teniendo en cuenta sus competencias personales, sus habilidades en ámbitos concretos, el entusiasmo, la trayectoria vital, etc, etc. Raúl insiste en la importancia de la vinculación, el afecto, el respeto, la sensibilidad, la capacidad para ser referente positivo… Todos ellos además, participan de capacitaciones continuadas, tienen la posibilidad de hacer de intercambio con otros centros y participar de congresos y jornadas. A su vez, el colegio acoge a profesionales de otros centros interesados en cursar pasantías aquí.

La escuela está abierta a otras entidades educativas que viene a visitar su ruta naturalística Kawsay.

Añadir finalmente que el Colegio Pukllasunchis es uno de los proyectos de la Asociación Pukllasunchis, institución educativa sin fines de lucro, “dedicada a aportar al desarrollo de la educación de la región y el país, a través de diferentes proyectos como: Educación Intercultural Bilingüe,  Radio con Niñas y Niños de Cusco, Centro de Servicios Educativos y Participación Ciudadana”.

Tuvimos la oportunidad de hablar con el coordinador de uno de esos proyectos, el de radio. Alejandro Molina nos explica que en realidad el tema radiofónico es una excusa. El objetivo del proyecto es puramente pedagógico: dar visibilidad y prestigiar la lengua y la cultura quechua, integrando elementos propios de cada comunidad dentro de la escuela, contextualizando el aprendizaje y a la vez volviendo a dotar de significado el trabajo de los docentes. Para ello se realizan investigaciones etnográficas de cada comunidad, intentando identificar aquellos rasgos culturales distintivos, diferentes de comunidades vecinas. Después un equipo de pedagogos elaboran las bases de un material educativo radiofónico que pueda trabajarse en el aula y que los alumnos identifiquen como propio. El proyecto lleva 11 años funcionando, con programas radiofónicos diarios en castellano y quechua,  en los que alumnos y profesores desplegan cuentos, mitos, leyendas o testimonios de sus comunidades que son retrasmitidas por diferentes emisoras locales. Ha tenido tanto éxito que los padres pidieron su propio espacio en las ondas.

Llegamos a Puklla con la modesta propuesta de facilitar su vinculación a proyectos educativos españoles. Ellos, que ya intercambian cartas, viajes, vídeos y experimentos con centros de muchos lugares del mundo, se avienen entusiasmados.

Marchamos de Pukllasunchis y todo lo que hemos visto y oido transmite el mismo mensaje claro que el propio Raúl escribió en el prefacio del libro de conmemoración del 20 aniversario (2009): “que es posible hacer una educación diferente desde las aulas, que se puede ser feliz desde la escuela”.

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