¡Bienvenidos a la Patagonia! Cielos infinitos, largos días y mucho viento. Después del impás de Santiago llegamos al extremo sur del continente a pasar las próximas 4 semanas.
Punta Arenas es la capital de la XII región de Chile, Magallanes y la Antártica Chilena, y si hacemos caso de las estadísticas la segunda ciudad en renta por cápita del país. La ciudad tiene un encanto difícil de describir. Como si sus habitantes se dieran cuenta de que se hallan cerca del borde del mundo. El impresionante paisaje físico e histórico que representa el ancho Estrecho de Magallanes, con la Isla Grande de Tierra del Fuego al fondo, domina la ciudad a pesar de que, aparentemente, muy pocos magallánicos pasean por la Costanera – el paseo marítimo-, donde sí es fácil cruzarse con turistas mirando a lo lejos, imaginando la Nao Victoria surcar estas aguas hace casi 500 años.
Es una ciudad cuadriculada, al menos en el centro, de calles anchas con árboles y parterres. En los alrededores de la Plaza de Armas o plaza Muñoz Gamero los edificios son señoriales y preciosistas, como el Palacio Sara Braun. Hay algunos edificios altos e incluso un hotel que parece injertado desde la city de Londres, pero la ciudad destaca por sus casas de madera recubiertas de planchas de metal pintadas de los más variados colores. Casas unifamiliares de madera y chapa, muchas de ellas pintadas de rojo, verde, azul,… y con evidentementes signos de sufrir rigurosos inviernos.
Fuera del centro las aceras están a medio hacer unas y medio deshechas otras y las calles presentan acentuadas curvaturas para evacuar el agua. En las afueras dejan de estar asfaltadas “para que los autos no se vayan cuando hay nieve”, nos explica Carlos, el taxista que nos acerca a la Reserva Nacional de Magallanes.
Punta Arenas tiene una historia corta desde el punto de vista europeo, aunque vivida con intensidad. Fundada en 1848 por los militares y civiles de Fuerte Bulnes que huían de un nuevo invierno atroz en el sur, casi desertada en 1851 después de ser saqueada, quemada y su gobernador asesinado y repoblada a finales del siglo XIX por inmigrantes europeos, sobre todo croatas de Dalmacia, españoles e ingleses. Es entonces cuando empieza la época dorada de la ciudad, la fiebre del oro y el comercio de lana de oveja. También entonces se inicia el genocidio de los aborígenes de estas tierras, aunque este capítulo lo dejo para otra entrada. La abertura del canal de Panamá en 1914 marca el final de esta época debido al declive del comercio marítimo en la zona.
La ciudad está llena de recuerdos a ese pasado. Desde la plaza central en honor a Muñoz Gamero, el gobernador asesinado en 1851, hasta los nombres de sus calles principales, Manuel Bulnes (presidente de la República de Chile cuando la fundación de Fuerte Bulnes), Hernando de Magallanes, Pedro Montt y otros prohombres – marineros, negociantes, mercaderes,… – protagonistas de los orígenes de la ciudad.
En contraste son pocas las referencias a los habitantes originales de estas tierras y se limitan a recuerdos y postales. “El interés actual por las tribus aborígenes tiene apenas 15 años” nos comenta un visitante en la cafetería del Fuerte Bulnes. El museo Salesiano (o de Don Bosco) es un buen lugar donde descubrir la forma de vida y las costumbres de estas gentes, los selk’nam, los haush, los aonikenk, los yaganes y los kawésqar, nómadas de unas tierras salvajes en inhóspitas.
En Punta Arenas mirar la previsión meteorológica tiene una utilidad relativa. El día puede levantarse soleado y frío, llover a media mañana, asarte a medio día dentro de tu forro polar y tu paravientos y helarte bajo una corta tormenta de agua-nieve antes de volver a casa. No es retórica, los hemos sufrido nosotros mismos. Por algo los locales dicen que en Punta Arenas puedes disfrutar de las cuatro estaciones en un solo día. Pero si hay un protagonista claro del clima estepario de esta tierra es el viento. Los árboles son chatos y cerrados, las luces de navidad se enroscan en las farolas y en invierno se tienden cuerdas entre las mismas para que la gente pueda agarrarse y caminar por la calle.
Junto al instituto Gabriela Mistral, única premio Nobel sudamericana y que pasó 2 años en la ciudad, donde escribió “Desolación”, una de sus obras más conocidas, hay un gran mural que representa el mundo “cabeza abajo” con un breve texto: “Aunque el mundo se divida, el sur seguirá formando nubes”. Y el viento se las llevará a toda velocidad, añadiría yo.
"Punta Arenas, donde el viento todo lo limpia" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Ay! Gracias por estas palabras que para nosotros son más que vivos recuerdos!
Ay! Qué gusto leeros! Qué vivos recuerdos!
Que fort això de les cordes, no? Encara hauríeu d’haver portat les butxaques plenes de pedres
Estando en Punta Arenas puedes visitar Zona Franca, zona de locales Duty Free, Cerro Mirador que ya vi por las fotos lo recorrieron, Fuerte Bulnes, Reserva Magallanes Museos varios en el centro de la ciudad, en barcaza a dos horas esta Porvenir, pequeña ciudad, a 3 horas esta Puerto Natales, y de alli se pueden ir al famoso y Octava maravilla del Mundo Las Torres del Paine, etc. etc, buen viaje…
Gracias Marcos. Muchos de esos lugares los hemos visitado. Hemos pasado 10 días geniales en Punta Arenas, ahora ya nos hemos trasladado a latitudes más australes.