Liberar el lastre. Retomar el vuelo.

A 5.000 pies y 110 nudos

Al final nos decidimos. Después de negociar el precio y tras la experiencia del trayecto a Isabela en un speedboat. Volar es mucho mejor.

Aunque es el duodécimo vuelo de este viaje, lo cierto es que los cuatro estamos muy emocionados. No todos los días se vuela en avioneta. Nos despedimos de Elena, Mía y Valia del Sula Sula con las mismas prisas con las que iríamos a coger un vuelo intercontinental, aunque aquí el aeropuerto está a apenas 1km del pueblo y desde la entrada a la pista de aterrizaje Usain Bolt tardaría menos de 10 segundos.

10 días juntas dan para muchas horas de juegos compartidos. Valia y Mía son ahora sus "amigas de las Galápagos"

10 días juntas dan para muchas horas de juegos compartidos. Valia y Mía son ahora sus “amigas de las Galápagos”

El pequeño aeropuerto José de Villamil está lleno de gente, ni una sola de las quizá 30 sillas de la zona de espera está libre. Tras unos minutos de desconcierto buscando algo parecido a un mostrador de check-in, unos técnicos del INGALA traen a pulso un viejo escritorio para dejar las cosas claras. Después de un control un tanto descafeinado aparece el chico de EMETEBE para pesar nuestras maletas y hacernos pagar 45 dólares por exceso de equipaje, a pesar de que Jana, Bruna y el extra de equipaje sumados no llegan a pesar tanto como yo…

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En la pista un avión militar hace pruebas de despegue y aterrizaje, algo que a bote pronto no genera mucha confianza. Cuando por fin los pilotos parecen satisfechos una camioneta hasta arriba de maletas se acerca a la cola para cargar. Después un soldado empieza a llamar a la gente por su nombre y poco a poco el aeropuerto se va quedando vacío, excepto por una pareja americana, su guía y nosotros 4.

El avión militar que se los llevó a todos

El avión militar que se los llevó a todos

“Estamos en situación de emergencia”, nos explica el guía. Después nos enteramos de que 3 de las 5 barcazas que traían provisiones a las islas se habían hundido en los últimos meses y de las dos que quedan una se dedica básicamente a traer cervezas y llevarse botellas. Al precio que está la cerveza en las Galápagos está claro que es un negocio muy lucrativo. Así que el ejercicio fleta aviones que traen provisiones y de paso trajinan gente a precios muy competitivos.

Esperando en el aeropuerto...

Esperando en el aeropuerto…

Como ya nos pasó en Guayaquil (las cosas aquí parecen tener otro ritmo), nuestra avioneta por fin aterriza con una hora de retraso. Los americanos y el guía salen corriendo hacia la pista intentando probar mi afirmación sobre Bolt y dejándose de paso las maletas atrás. Así que entre el ayudante del piloto y nosotros cargamos el equipaje de los 7 y nos arrastramos bajo el Sol hasta la pequeña avioneta. Como buenos compañeros de fatigas el ayudante nos ofrece la plaza de copiloto, que Sílvia delega en mí después de ver mi cara de corderito.

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Bimotor Britten Norman BN-2A-7 Islander con capacidad para 8 pasajeros, ¡nuestra avioneta! (Joan ;-)

Pero al llegar a la avioneta vemos que el asiento del copiloto está ocupado por la mujer americana. Probablemente el guía esperaba ganarse una buena propina con ese movimiento pero nuestro nuevo amigo, ni corto ni perezoso, se acerca a la gringa, le dice que ese asiento ya estaba reservado y me hace subir a mi. El momento es un tanto incómodo pero yo intento no girarme para que no vean mi sonrisa de oreja a oreja.

¡De copiloto!

¡De copiloto!

Una tripulación preciosa

Una tripulación preciosa

Me dispongo a tomar los mandos del avión, comprobar el estado de los tanques de combustible delantero y trasero, probar las palancas de gases y mezcla, los flaps, y comunicarme con la torre antes activar las palancas de ignición de los dos motores y quitar el freno de mano. Bueno, en realidad todo eso lo hace el piloto pero me llega a decir “Siga, no más” y salimos volando a los mandos del capitán Xose.

¡A los mandos!

¡A los mandos!

Preparados para despegar

Preparados para despegar

Despegamos sobrevolando Tintoreras y en seguida se nos aparecen los asombrosos semicrateres emergiendo del mar de Tortuga a la derecha y Cuatro Hermanos a la izquierda. Volar a 5000 pies de altura y 110 nudos sobre las Galápagos es difícil de imaginar. Aunque si dijera volar a 1500 metros y 200 km/h quizá sería un poco más fácil. Las islas se ven allá abajo, intermitentes por las nubes y borrosas por la calima. El piloto pone rumbo 82E y dormita tras sus Rayban.

Costa de Isabela

Costa de Isabela

Tortuga

Tortuga

El islote Sur de Cuatro Hermanos

El islote Sur de Cuatro Hermanos

Motores OK

Motores OK

A los pocos minutos es visible Santa Cruz a lo lejos mientras que hay que ponerle imaginación para distinguir el perfil de Floreana hacia el sur. Mientras sobrevolamos Santa Fe el piloto me grita “¡Española!” señalando un punto imaginario en el horizonte. Y después de pasar por encima de una masa de algodón de azucar se nos aparece San Cristóbal de frente.

Santa Cruz

Santa Cruz

Santa Fe entre las nubes

Santa Fe entre las nubes

Las rocas de el León Dormido, cerca de San Cristóbal

Las rocas de el León Dormido, cerca de San Cristóbal

Puerto Baquerizo Moreno y el sur de San Cristóbal

Puerto Baquerizo Moreno y el sur de San Cristóbal

El vuelo es tranquilo hasta que llegamos a la bahía de Puerto Baquerizo Moreno, momento en que el piloto deja sus bostezos y silenciosas cavilaciones e inicia una frenética actividad mientras encara la pista de aterrizaje. Ajustar la potencia de los motores, reducir el balanceo, la velocidad,… los últimos metros los motores se silencian justo antes de tomar tierra.

¡Hola San Cristóbal!

¡Hola San Cristóbal!

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"A 5.000 pies y 110 nudos" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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2 comentarios

  1. Sílvia's Gravatar Sílvia
    3 de mayo de 2015    

    Xose se lo pasó en grande, ¿se nota? Jana ​también mientras grababa la transmisión para enviarla a su queridísimo Joan. Bruna, después de la emoció inicial, decidió recuperar la siesta que le habíamos robado.

    • Joan Boada's Gravatar Joan Boada
      3 de mayo de 2015    

      Silvia, ja sabeu que el sentiment es mutu i sento molta alegria de que la Jana s’enrecordi de mi des de tant lluny.

      De fet ja tinc ganes de donar-vos una forta abraçada a la tornada de la vostra extraordinària “expedició”.

      Per cert ja he vist la finestra de la Bruna a l’avioneta. I ben gran com era, com ella reivindicava tant graciosament en el WatsApp de veu.

      Fins aviat,

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