Cerca de Punta Arenas, a unos 7 km al norte, en la carretera hacia Río Seco, hay un pequeño terreno a orillas del Estrecho donde Juan Luís Matassi, tercera generación en Punta Arenas de una familia de origen milanés y asturiano, arrancó hace años un increíble proyecto, a medio camino entre sueño personal y negocio.
Empezó construyendo una réplica 1:1 de la nao Victoria, único barco que volvió a casa de la expedición con la que Hernando de Magallanes pasó por delante de su terreno en 1520, hace casi 500 años. El objetivo era encontrar un paso a las islas de las Especias navegando hacia el oeste y evitando aguas portuguesas, la misma encomienda que había llevado a Cristóbal Colon al afortunado error de toparse con el continente americano 20 años antes. De las 5 naos y 234 hombres que salieron de Sanlucar de Barrameda en 1919 solo la Victoria con 18 hombres a bordo regresó a Sanlucar 3 años después. La Victoria y los supervivientes fueron los primeros en circumnavegar la Tierra. Magallanes no se encontró entre ellos.
Después vino la Goleta Ancud en la que el Capitán de Fragata John Williams llegó en 1843 a Punta Santa Ana, 62km al sur de Punta Arenas y fundó Fuerte Bulnes, reclamando estos territorios para la República de Chile.
Junto a la Ancud hay una pequeña barca, el James Caird, que pasaría por ser el olvido de un pescador despistado si no fuese por la increíble historia que se narra en unos plafones a su lado, más cercana a la novela de aventuras que a la vida real.
Desde hace 2 años y 2 meses están construyendo una réplica del bergantín HMS Beagle, también a escala real, tal como estaba cuando el Capitán Robert FitzRoy lo pilotó por estas aguas en 1834, llevando un joven y mareado Charles Darwin en un periplo de 5 años alrededor del mundo que sería la semilla que unos años más tarde desataría un enorme terremoto en el mundo científico del que algunos aún hoy no se han recuperado del todo.
A bordo del barco, Juan Cariñanco nos explica como él y su hermano están construyendo el Beagle a partir de los esquemas originales que Matassi trajo de Londres y utilizando los mismos materiales y las mismas técnicas que en el original. Calculan que acabarán en un año, tardando un poco más de lo que tardó en construir el original. Un empate técnico entre los dos carpinteros modernos con sus herramientas modernas y el batallón encargado de construir el Beagle de FitzRoy y Darwin.
En el interior de la torre de popa, Juan nos explica como era el camarote de Darwin, los armarios donde guardaba los especímenes, la mesa donde trabajaba… Nos explica cómo la tripulación se enfadaba cuando ponía a secar sus muestras sobre la cubierta del barco dejándolo todo perdido. Los espacios están, faltan los detalles, el atrezzo. Y los mástiles y estructuras de cubierta. Pero el trabajo de estos dos carpinteros del pasado es impresionante.
Mientras visitábamos las barcos Jana no dejaba de pedir que le explicáramos la historia de cada uno, la gente que iban en ellos y por qué lo hacían. De pronto se le hizo evidente un detalle: allí había 4 barcos y nosotros también éramos 4. Así que cada uno debía escoger una nave. Estaba claro que para mí era la Victória, el más “antiguo” y grande. Sílvia no tenía duda en que el suyo era el Beagle de Darwin. A Bruna le encantó el pequeño James Caird y Jana se enamoró de su Ancud, el barco mediano. Desde entonces cada vez que nos encontramos un monumento o cualquier referencia a uno de ellos ya no son la Victoria, el Beagle o la Ancud, sinó el barco de papá, el de mamá o mi barco.
Junto a estas 4 maravillas de la historia otros carpinteros trabajan en una bonita casa de madera. “Mi mujer me dijo que los barcos estaban mucho mejor conservados que nuestra casa”, nos explica Matassi.
"Los carpinteros del pasado" por Sin piedras en los bolsillos (familia Bosch-Pérez) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Doncs ens haureu de portar a fer una volteta amb els vostres vaixells! Jo m’apunto al de la Jana